viernes, 27 de junio de 2014

LOS FUERA - CLASE

Los fuera-clase son, por definición, lo contrario del concepto unitario de clase. Este concepto hace referencia a la descodificación de los flujos, es desde esta descodificación que el burgués es el productor de la plusvalía. Ellos son los encargados de extraer la plusvalía de los flujos. Son esclavos de la máquina capitalista y mandan sobre otros esclavos, los obreros.
Es en la estructura económica capitalista donde se juntan para producir empresarios y trabajadores. Cada vez tienen una aproximación de mentalidad que los hace indiferentes. Desde el punto de vista del salario Lenin sacó a relucir la existencia de otra clase desde un punto de vista objetivo, la clase obrera.
El chorro de la producción descodificada es indiferente al salario y la ganancia. Pero medir la ganancia y el
salario con la misma medida es una estafa cósmica: como medir las distancias y las dimensiones intergalácticas y las intraatómicas con metros y centímetros. Cada una de las dos tienen su manera de medirse. Pues lo mismo pasa con el salario y la ganancia. La ganancia tiene poder de financiación porque está a otra potencia que el salario que es sólo un medio de pago. Los fuera-clase están al margen de ese chorro económico y forman el grupo sujeto que está destinado a emancipar a la Humanidad. El grupo sujeto subordina las máquinas molares a las máquinas moleculares.
Desde la conjunción del capital y de la fuerza de trabajo, se produce para la codicia del capital y no para la
sociedad. La fuerza de trabajo se convierte en una mercancía.
La cualidad de los flujos resulta tan sólo de su conjunción como flujos descodificados. Esta conjunción es además la disyunción de la cantidad abstracta por la que se convierte en algo concreto. Dx y Dy no son nada fuera de su relación, que determina a uno como pura cualidad del flujo del trabajo y al otro como pura cualidad del flujo de capital. Es, por tanto, la gestión inversa a la de un código, y expresa la transformación capitalista de la plusvalía de código en plusvalía de flujo. La relación se establece entre una potencia y una magnitud dada.
Ahí vemos la formación del chorro de plusvalía en la que se confunden salario y beneficio.
Desde el punto de vista de la axiomática capitalista no hay más que una sola clase con vocación universalista, la burguesa. Ahora bien, precisamente esos mismos que cantan la lucha de clase burguesa contra la nobleza y feudalidad se detienen ante el proletariado y niegan que pueda haber diferencia de clase entre el industrial o el banquero y el obrero, sino sólo fusión en un mismo flujo como entre la ganancia y el salario. Las clases son el negativo de las castas y de los rangos, las clases son órdenes, castas y rangos descodificados. Releer toda la historia a través de la lucha de clases es leerla en función de la burguesía como clase descodificante y descodificada.
Ella es la única clase. Se confunde con la descodificación generalizada de los flujos. Se argüirá que no
por ello deja de haber una clase dominante y una clase dominada, definidas por la plusvalía, la distinción entre flujo de trabajo y flujo de capital, flujo de financiación y flujo de renta salarial. El capitalismo nace de la conjunción de ambos en relaciones diferenciales y los integra en la reproducción sin cesar ampliada de sus propios límites. De tal modo que el burgués tiene el pleno derecho de decir, no en términos de ideología, sino en la organización misma de su axiomática: sólo hay una máquina, la del gran flujo mutante descodificado, cortado de los bienes, y una sola clase de siervos, la burguesía descodificante, la que descodifica las castas y los rangos y saca de la máquina un flujo indiviso de renta, convertible en bienes de consumo o de producción, en los que se basan los salarios y las ganancias. La oposición teórica radica en otra parte: entre los flujos descodificados tal y como entran en una axiomática de clase sobre el cuerpo lleno del capital y los flujos descodificados que se liberan tanto de esta axiomática como del significante despótico, que franquean este muro y este muro del muro, y manan sobre el cuerpo lleno sin órganos. La oposición surge entre la clase y los fuera-clase. Entre los siervos de la máquina y los que la hacen estallar o hacen estallar sus engranajes. Entre el régimen de la máquina social y el de las máquinas deseantes. Entre los límites interiores relativos y el límite exterior absoluto. Si se quiere: entre los capitalistas y los esquizos, en su intimidad fundamental al nivel de la descodificación, en su hostilidad fundamental al nivel de la axiomática. El final del proceso esquizofrénico es la constitución de los fuera clase.
La obra inmensa de Lenin y de la revolución rusa consistió en forjar una conciencia de clase conforme al ser
o el interés objetivo e imponer a los países capitalistas un reconocimiento de la bipolaridad de clase. Pero como hemos dicho esta segunda clase se realiza al nivel del interés económico, no del deseo, que serían los fuera clase. Los burgueses se quedan con la plusvalía del proceso productivo. La producción social reúne los salarios y las ganancias en el mismo proceso productivo.
Ocurre que el interés de clase pertenece al orden de los grandes conjuntos molares; define tan sólo un preconsciente colectivo, necesariamente representado en una conciencia distinta de la que ni siquiera vale la pena preguntarse a este nivel si traiciona o no, aliena o no, deforma o no. El verdadero inconsciente, al contrario, está en el deseo de grupo, que pone en juego el orden molecular de las máquinas deseantes. Ahí radica el problema: entre los deseos inconscientes de grupo y los intereses preconscientes de clase.

CARLOS SANTOS

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