lunes, 2 de agosto de 2010

El Niño y el Gorrión

Había una vez un gorrión que vivía en una ciudad, allí hacia siempre su vida, se movía de aquí para allá, buscando el alimento entre los sitios donde iba siempre. Iba a un sitio en particular, en la ventana de una casa donde vivía un niño que siempre le daba de comer. El gorrión y el niño se querían mucho.


Este niño vivía en la más completa soledad, sus padres no le hacían caso, no le daban cariño, no tenía amigos porque era muy callado y por eso no podía conseguir amigos.

Sólo tenía como amigo al gorrión que era muy inteligente y se dio cuenta de la tristeza del niño.

Supo por compañeros pájaros que emigran a pasar los meses fríos a otros países que en cierto país existía una fruta mágica con la que el niño conseguiría tener amigos y el cariño de los padres.

El gorrión preguntó a unos pájaros y a otros hasta que consiguió averiguar cuál era este país.

Llegó a este sin pararse en ninguna parte, cogió con su pico la suficiente fruta para el bien de su amigo y salió de allí de vuelta a casa.

No descansaba ni un momento, después de muchas semanas llegó a la ciudad.

Fue a la ventana de su amigo medio muerto de cansancio, le dio a entender que debía comer esta fruta y ya casi sin respiración, el gorrión consiguió que su amigo la comiera.

El gorrión al ver esto, lo que más quería en su vida, murió de alegría.

El niño lloró mucho la muerte de su amigo pero con el tiempo se dio cuenta que tenía amigos por todas partes.

Comprendió entonces que fue lo que le dio el gorrión lo que le hizo todo.

Este niño nunca olvido al que hizo tanto por él, tuvo amigos más que nadie pero el mejor amigo, el gorrión

 
Ángel Albéniz

Volveré a ser libre


Me voy al monte
huyo del psiquiatra que me encierra
me voy con mis hermanos los animales
con mi padre el Sol y mi madre la Luna
comeré fruta deliciosa
beberé agua del manantial
dormiré cuando la noche cierre mis ojos
en las cavernas de mis ancestros.
despertaré al amanecer
correré como el galgo
gritaré como el mono
recorreré la selva buscando compañera
veré a Dios en las estrellas
ahuyentaré los demonios con muecas
tiritaré de frío
el viento curtirá mi piel
enloqueceré cuando el hambre aceche
dibujaré con carbón sobre la roca
oiré la música del trueno
exhausto descansaré
¡Volveré a ser libre!
José Miguel Casi