martes, 21 de diciembre de 2010

ADIVINANZA

Mudo está el Rey D. Fernando,
mudos en la regia estancia
véase al Cardenal Cisneros
y Varones de Prosapia
con luz de cielo en sus ojos
y ternura en sus palabras
va dictando la gran Reina
su voluntad soberana
con hábito Franciscano
que pido para la mortaja
lleven mi cuerpo a la tierra
y allí tiendan losa llana
Hacerme funeral sencillo
sin muchos lutos ni hachas
y aplíquese 2000000
para el socorro de lástimas
y dando el cuerpo a la tierra
y entregando a Dios el alma
finó la mujer sublime
de virtudes tan preclaras
que vivió cual Santa Reina
y murió cual Reina Santa

¿Quién era?
(Isabel la Católica)

NUNCA ES TARDE

Era una persona mayor que no había conocido la Navidad en su vida, pobre hombre. Su familia que era muy pobre, no había tenido nunca la oportunidad de hacerle ningún regalo, ni habían podido celebrar como se hace esos días navideños.


En su casa todo era trabajar sin parar, fuera el día que fuera, Navidad incluida.

Él tenía la ilusión de, antes de pasar a mejor vida, notar en su cuerpo lo que era que alguien en esas fechas le hiciera un regalo. Su cuerpo se lo pedía.

Mandó una carta a los Reyes Magos explicándoles su caso tan desgraciado y estos buenos y santos personajes, cuando llegó la fecha de repartir los regalos se pararon también en su casa los tres a una con sus pajes. Tocaron a su puerta e hicieron algo que el hombre no esperaba; le llenaron de regalos. El casi llorando, casi se desmaya de la emoción. Todo era mucho para él; desde el hombre creyó en los Reyes Magos, tan nobles y buenas personas.

Todo lo que hay que hacer es mandarles la carta y nunca fallan ni hacen de menos a nadie.

Forman parte de estas fiestas, las más sanas y humanas del año. La Navidad

Ángel Albéniz

POEMA

Tu fidelidad es grande
Tu fidelidad incomparable es
Nadie como Tú
Bendito Dios
Grande es tu Fidelidad

ANÓNIMO

lunes, 2 de agosto de 2010

El Niño y el Gorrión

Había una vez un gorrión que vivía en una ciudad, allí hacia siempre su vida, se movía de aquí para allá, buscando el alimento entre los sitios donde iba siempre. Iba a un sitio en particular, en la ventana de una casa donde vivía un niño que siempre le daba de comer. El gorrión y el niño se querían mucho.


Este niño vivía en la más completa soledad, sus padres no le hacían caso, no le daban cariño, no tenía amigos porque era muy callado y por eso no podía conseguir amigos.

Sólo tenía como amigo al gorrión que era muy inteligente y se dio cuenta de la tristeza del niño.

Supo por compañeros pájaros que emigran a pasar los meses fríos a otros países que en cierto país existía una fruta mágica con la que el niño conseguiría tener amigos y el cariño de los padres.

El gorrión preguntó a unos pájaros y a otros hasta que consiguió averiguar cuál era este país.

Llegó a este sin pararse en ninguna parte, cogió con su pico la suficiente fruta para el bien de su amigo y salió de allí de vuelta a casa.

No descansaba ni un momento, después de muchas semanas llegó a la ciudad.

Fue a la ventana de su amigo medio muerto de cansancio, le dio a entender que debía comer esta fruta y ya casi sin respiración, el gorrión consiguió que su amigo la comiera.

El gorrión al ver esto, lo que más quería en su vida, murió de alegría.

El niño lloró mucho la muerte de su amigo pero con el tiempo se dio cuenta que tenía amigos por todas partes.

Comprendió entonces que fue lo que le dio el gorrión lo que le hizo todo.

Este niño nunca olvido al que hizo tanto por él, tuvo amigos más que nadie pero el mejor amigo, el gorrión

 
Ángel Albéniz

Volveré a ser libre


Me voy al monte
huyo del psiquiatra que me encierra
me voy con mis hermanos los animales
con mi padre el Sol y mi madre la Luna
comeré fruta deliciosa
beberé agua del manantial
dormiré cuando la noche cierre mis ojos
en las cavernas de mis ancestros.
despertaré al amanecer
correré como el galgo
gritaré como el mono
recorreré la selva buscando compañera
veré a Dios en las estrellas
ahuyentaré los demonios con muecas
tiritaré de frío
el viento curtirá mi piel
enloqueceré cuando el hambre aceche
dibujaré con carbón sobre la roca
oiré la música del trueno
exhausto descansaré
¡Volveré a ser libre!
José Miguel Casi